domingo, 24 de febrero de 2019

Ciber riesgo. Aprendiendo de un riesgo disruptivo


Introducción
En el contexto de los riesgos informáticos y cibernéticos, los temas de seguridad de la información y ciberseguridad aparecen bien como riesgos operativos o como riesgos no financieros. Por lo general, estas temáticas se relacionan directamente con el área de tecnología o de seguridad informática, quienes finalmente lo asumen desde la perspectiva técnica que tienen a cargo y, no con la vista sistémica y global que se requiere.

Esta realidad, confirma el imaginario técnico que los ejecutivos tienen del tema y hace evidente su desinterés por comprenderlo en profundidad, como esa realidad transversal que afecta la dinámica del negocio y reconoce sus impactos en los diferentes grupos de interés. En este sentido, la gestión del riesgo de ciberseguridad, queda por fuera de la agenda ejecutiva como riesgo estratégico de la empresa, y pasa a ser “algo que resuelven los de tecnología”.

Podríamos decir que los ejecutivos en las organizaciones, sufren de al menos dos sesgos claves que les impide ver las implicaciones del riesgo de ciberseguridad. Por un lado, el sesgo de miopía, que tiende a ver el corto plazo y sus impactos, y el sesgo de optimismo, que lleva a subestimar la probabilidad de la pérdida de la materialización de eventos futuros (Meyer & Kunreuther, 2017). Estos dos sesgos combinados, configuran un marco de comprensión que limita a los directivos romper con el esquema de “creer que conocen los riesgos”, configurando un escenario que cultiva la inevitabilidad de la falla, basado en la realidad que conocen a la fecha.

En este contexto, desarrollar una gestión de los riesgos cibernéticos, como categoría formal dentro del mapa general de riesgos de la compañía, se hace complejo, como quiera que no se comprenden las implicaciones de la conectividad y aumento de la densidad digital en el negocio, y se convive con sesgos cognitivos (muchas veces no reconocidos), que opacan las reflexiones requeridas para visibilizar los escenarios adversos que se pueden presentar en el futuro, por cuenta de una acelerada convergencia tecnológica, para la cual, muchos profesionales, ejecutivos y empresas no están preparados.

En consecuencia, desarrollar un programa de gestión de este riesgo cibernético, o pensar en configurar un modelo de madurez, generalmente responde a la necesidad de certezas de los ejecutivos de primer nivel, con fin de contar con un instrumento que trate de configurar un espacio de “control y gestión” donde puedan sentirse menos incómodos con el incierto que genera la condición del reto cibernético o de ciberseguridad, que ahora se presenta en los cuerpos colegiados de primer nivel de las empresas.

Basado en lo anterior, y sin perjuicio, que contar con referentes claves de prácticas y procesos de ciberseguridad es un avance positivo y necesario para una organización, es imperativo comprender que tratar de cercar la incertidumbre e inestabilidad que ocasiona una mayor conectividad (Saran, 2017), es una tarea que incluye a todos los actores organizacionales, un reto de comprensión sistémica del negocio, que generalmente no tiene un dueño específico, pero si unos grupos de interés que reclaman atención cuando eventos adversos se materializan en el dominio de acción de la empresa.

Retos de la gestión del riesgo cibernético
Un reciente estudio de Deloitte (2018) revela algunos aspectos claves de la gestión del riesgo de ciberseguridad, los cuales advierten la necesidad de una vista holística por parte de las organizaciones, inversiones requeridas para configurar visiones prospectivas de las amenazas y contratación de talento especializado que se reinvente frente a la volatilidad del entorno. A continuación se detallan algunas reflexiones alrededor de tres (3) de los elementos que mayor puntuación tuvieron en el estudio en mención.

El primer elemento, no hace referencia a aspectos técnicos o tácticos de la organización, sino a consideraciones estratégicas como “estar adelante en los cambios de las necesidades del negocio”, que se pudiese parafrasear como “anticipar escenarios emergentes para la organización”. Este primer punto, establece una declaración clave para la empresas y sus ejecutivos: no se trata de repetir aquello que se conoce o generalmente se lleva para presentar en la junta, sino crear un espacio para retar aquello que se hace a la fecha y tratar de imaginar cómo se puede afectar el modelo de generación de valor de la empresa.

Lo anterior, significa revisar y comprender el riesgo cibernético como una malla de implicaciones técnicas, sociales, económicas y políticas que ubica a la empresa en un ecosistema tecnológico dinámico, donde reconoce actores relevantes de su entorno, incluidos sus aliados y competidores estratégicos, para identificar las interacciones que son de interés, y así crear zonas de ventajas competitivas (OECD, 2015), las cuales debe custodiar y defender de las amenazas digitales naturales, que establecen actores conocidos y desconocidos, los cuales hacen parte del nuevo paisaje digital donde la empresa ahora tiene presencia.

El segundo aspecto clave identificado en el estudios “hacer frente a las amenazas de actores sofisticados”, que pudiésemos configurar como “enfrentar las amenazas de actores desconocidos”. Cuando se entiende que en la actualidad una organización se encuentra ubicada en un espacio donde existe una confrontación de intereses por activos digitales estratégicos, se quiebra el marco general de prácticas asociadas con los riesgos informáticos, dedicado a proteger y asegurar, para inaugurar la incorporación de las capacidades críticas como defender y anticipar.

Mientras en los estándares tradicionales de seguridad, se buscan alcanzar certezas sobre el incierto que puede producir un ataque, en el escenario de la ciberseguridad, no solamente hay que considerar lo anterior, sino reconocer el territorio de acción de los adversarios, sus recursos, sus posibilidades, capacidades e impactos con el fin de modelar acciones en diferentes aspectos: técnico, políticos, económicos y sociales, de tal forma, que enfrentar las amenazas digitales actuales, no responde a un ejercicio de los “técnicos”, sino a una visión estratégica del negocio, que da cuenta de comportamientos y movimientos coordinados para demorar, interrumpir, contener o anticipar los efectos de una ciberoperación deliberada para afectar los intereses claves de la compañía (Donaldson, Siegel, Williams & Aslam, 2015).

Un tercer elemento es “incorporar talento especializado en ciberseguridad”, frase que pudiésemos adaptar como “contratar analistas de ciberseguridad especializados”. Los nuevos profesionales de ciberseguridad, no sólo deben demostrar competencia técnica básica en los aspectos de seguridad de la información, sino exponer capacidades analíticas de inteligencia, análisis y correlación de eventos, reflexiones y formación geopolítica e infopolítica, cooperación interorganizacional y gubernamental, reconocimiento de patrones de amenazas emergentes y suficiencia en el diseño, análisis y simulación de escenarios.

Este profesional, ya no tiene una vista disciplinar de un dominio de conocimiento específico, sino la construcción de saberes interdisciplinares, que configuran marcos de trabajo agregados, que revisan una realidad inestable e incierta, para dar respuesta a las propuesta de los atacantes, que no vacilan en proponer retos complejos a las organizaciones, los cuales van desde el secuestro de datos, pasando por las noticias y videos falsos, la agresiones a las marcas, las afectaciones a la infraestructura tecnológica, hasta la creación de amenazas digitales desconocidas basadas en la inteligencia artificial.

Reflexiones finales
La ciberseguridad o riesgo cibernético, al tener en la base de su fundamentación los saberes de la seguridad de la información, ha heredado una gestión de riesgos que por lo general responde a unos riesgos conocidos. En este sentido, cuando se incorpora una vista sistémica extendida de la organización, para comprender cómo los efectos de la materialización de los ciberataques pueden comprometer la promesa de valor de la empresa, estamos cruzando los límites de los estándares tradiciones de gestión de riesgos, para darle paso a una revisión amplia de las amenazas que pueden ser tanto conocida, latentes y emergentes (Cano, 2017).

Por tanto, en un entorno de “disrupción digital”, entendida ésta como “un efecto que cambia las expectativas fundamentales y comportamientos en una cultura, mercado, industria o proceso que es causada por, o expresada a través de, capacidades digitales, canales o activos” (Yockelson & Smith, 2018), se hace necesario mantener una monitorización del ambiente, identificando aquellas anomalías, rarezas y contradicciones, que adviertan patrones no conocidos, los cuales marcan las nuevas capacidades y habilidades de los adversarios (Charan, 2015), con el fin de anticipar sus movimientos y crear acciones de defensa tanto activas como pasivas, que permitan, no evitar ser atacados exitosamente, sino prevenir, demorar, distraer o interrumpir sus acciones bajo condiciones inciertas.

De esta forma, las organizaciones siguiendo las reflexiones de Schoemaker & Day (2017) deberán desarrollar una mentalidad de experimentación permanente para anticipar los efectos adversos de los atacantes, equipos de trabajo con personal calificado en el riesgo de ciberseguridad, que al experimentar y simular, puedan codificar, compartir y aplicar los nuevos conocimientos y patrones identificados, y finalmente mirar más allá de sus fronteras organizaciones y de mercado buscando puntos de vista distintos, que reten sus saberes previos, no solamente para aprender/desaprender, sino para obtener una ventaja estratégica competitiva en un mundo turbulento que a menudo paraliza a los demás.

Referencias
Cano, J. (2017) La ventana de AREM. Una estrategia para anticipar los riesgos y amenazas en ciberseguridad empresarial. ISACA Journal. vol. 5. Recuperado de: https://www.isaca.org/Journal/archives/2017/Volume-5/Pages/the-arem-window-spanish.aspx
Charan, R. (2015) The attacker’s advantage. Turning uncertainty into breakthrough opportunities. New York, USA: Perseus Books Groups.
Deloitte (2018) Global Risk Management Survey, 11 edition. Deloitte Insights. Recuperado de: https://www2.deloitte.com/content/dam/insights/us/articles/4222_Global-risk-management-survey/DI_global-risk-management-survey.pdf
Donaldson, S., Siegel, S., Williams, C. & Aslam, A. (2015) Enterprise cybersecurity. How to build a successful cyberdefense program against advanced threats. New York, USA: Apress.
OECD (2015) Digital Security Risk Management for Economic and Social Prosperity: OECD Recommendation and Companion Document, OECD Publishing, Paris. DOI: http://dx.doi.org/10.1787/9789264245471-en
Saran, S. (2017) Time to face up to cyber threats. Observer research foundation. Recuperado de: https://www.orfonline.org/research/time-to-face-up-to-cyber-threats/
Schoemaker, P. & Day, G. (2018) Strategic actions in the face of uncertainty. Revista Brasileira de Marketing – ReMark. Special Issue. 17(5). 700-712
Yockelson, D. & Smith, D. (2018) Willful Disruption — Scaling, Operating and Changing the Digital Game: A Gartner Trend Insight Report. Gartner Research.

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