Introducción
La evolución de las amenazas a la seguridad de la
información establece un reto permanente para sus ejecutivos. Mientras aparecen
nuevas “startups” con novedosas propuestas para anticipar nuevos vectores de
ataque e instituir prácticas proactivas frente a situaciones novedosas de la
inseguridad de la información poco se revela al público sobre los avances en la
cultura organizacional de seguridad de la información.
La Cultura Organizacional de Seguridad de la Información
(COSI), es un elemento que los estudios internacionales mencionan como
relevante para aumentar la resistencia de las empresas frente a los ataques,
pero son limitadas las reflexiones que sobre ella se hacen, como quiera que es
un tema que demanda habilidades en el contexto social y reflexiones desde la
perspectiva humana, conocimiento que no es natural en los equipos de seguridad
y control a nivel internacional.
Pareciera que la COSI es un tema que todos saben se
debe estudiar y desarrollar, pero una limitada población de especialistas se
arriesga a revisarlo en profundidad, habida cuenta que sus resultados no
generan noticias con impactos mediáticos, sino propuestas y estrategias que
exigen cambios de actitud y lecturas renovadas de la información, lo cual no resulta
atractivo para aquellos que requieren motivar fondos para las iniciativas de
aseguramiento de la información.
La cultura organizacional de seguridad de la
información se configura, de esta forma, como la fuente base de la transformación
de las prácticas de protección de la información que trabaja “detrás de
cámaras” produciendo imaginarios sociales que provocan comportamientos que son
el reflejo de la forma como la información pasa de ser un recurso más de la
empresa, a configurarse como un activo estratégico y determinante para la
estrategia de la compañía.
Mientras el discurso del “miedo, incertidumbre y
dudas”, sigue haciendo carrera en las presentaciones ejecutivas, ahora mediado
con un mensaje certidumbre de los resultados que se pueden obtener de las tecnologías
de nueva generación, con el fin de darle tranquilidad a los ejecutivos de
primer nivel y ver cómo se justifican las inversiones que se hacen para
aumentar la resistencia a los ataques de las empresas; la argumentación basada
en “hechos, observaciones, anécdotas y metáforas” (Rose, 2013) establece una
referencia más situada en la realidad de la empresa, que permite recabar en las
representaciones compartidas que ésta tiene respecto de sus esfuerzos en
seguridad de la información.
Así las cosas, la COSI es una realidad compartida en
cada individuo de una empresa, que representa la forma como se entiende y
maneja el aseguramiento de la información en el desarrollo de sus procesos, lo
cual determina el escenario de acción y la superficie de expansión de las
brechas de seguridad y control que la compañía puede tener y los impactos que
se pueden ocasionar.
Por tanto, este documento buscar recabar en aspectos
inherentes de la cultura organizacional de seguridad de la información, no para
sentar una posición sobre el entendimiento de la misma, sino como una
exploración de posibilidades de comprensión y análisis que den cuenta de las
preocupaciones de las empresas frente al tratamiento de la información, más
allá de las implementaciones tecnológicas (requeridas y necesaria) para
mantener una postura de seguridad y control acorde con el nivel de riesgo de la
empresa.
Cultura
Organizacional de Seguridad de la Información. La otra desconocida.
Cuando las personas hablan de la COSI, hablan de su
experiencia particular en el tratamiento de la información, hablan de la forma
como su práctica se hace realidad en cada uno de los contextos organizacionales.
Sin perjuicio de lo anterior, la COSI sigue siendo la gran desconocida habida
cuenta que pasa desapercibida en medio de la dinámica empresarial y los
componentes tecnológicos de la seguridad informática.
Si bien existen muchas teorías alrededor de la cultura
organizacional y estrategias para su desarrollo, pocos estudios se han
concentrado en estudiar la que es propia de la seguridad de la información. El
profesor Schein (2004) del MIT, uno de los estudiosos más relevantes en temas
de cultura establece un modelo base para comprender la cultura de una
organización. El académico anota que una cultura organizacional se construye a
partir de aquello que la gente cree, lo que las personas hacen y lo que los
individuos ven, elementos que han sido de interés por muchos investigadores,
algunos de ellos en el tema de la protección de la información.
Cada vez que los individuos actúan, revelan la forma
como la información se asume dentro de los procesos de la empresa, manifiestan sus
actitudes alrededor de la protección de los datos, exponen sus creencias sobre
la seguridad y el control, manifiestan los valores que representan al efectuar
su tratamiento y confirman la responsabilidad que tienen frente a ella. En este
sentido, explorar los fundamentos de la COSI implica revisar los
comportamientos de las personas, lo cual necesariamente nos interroga sobre la
forma como ellos adquieren y desarrollan una competencia en la gestión segura
de la información.
Esta competencia denominada “gestión segura de la
información” (Cano, 2015) se entiende como una competencia genérica, es decir “aquellas que permiten a los individuos
desarrollarse como personas, y desenvolverse exitosamente en la sociedad y el
mundo que les tocará vivir (…)” (Lozoya, 2012, p.36). En la sociedad de la
información y el conocimiento, la dinámica digital exige que la información,
como activo relevante para los conglomerados sociales modernos, tenga un
tratamiento adecuado, no solamente cuando de datos personales se trate, sino en
cualquier situación que demande un manejo de información, como quiera que ella
es la nueva moneda “glocal” (global y local) (Roberson, 2005) que desencadena
acciones que pueden terminar en grandes logros o impactos contrarios
importantes.
Cuando planteamos la COSI desde la realidad local, es
decir, desde la construcción diaria de significados alrededor de la protección
de la información, estamos reconceptualizando la vista de la información en las
empresas. Esto es, se conectan los imaginarios de las personas en el escenario
y contexto de la organización, con las declaraciones corporativas que soportan
el gobierno corporativo, para motivar la transformación de entendimientos
individuales que afectan la forma como la información se usa y moviliza las
decisiones de las compañías.
Por tanto, la COSI como realidad latente y emergente
propia del flujo de la información en las empresas, establece el referente de
control suave que articula las relaciones de las personas, no solamente desde
el cumplimiento normativo y el entendimiento de su responsabilidad, sino en la
comprensión y apropiación de los riesgos, los cuales determinan la forma en que
un individuo aprende a conocer, a hacer, a participar y a elegir sobre la
protección de la información, aún en situaciones inciertas que confronten su referente
conceptual de seguridad de la información.
La pedagogía del
error como base de la COSI
Lo más natural en el desarrollo de la vida académica y
profesional es la tendencia hacia el error, hacia aspectos que dejan en
evidencia las limitaciones de aquello que se conoce y que manifiesta aspectos
desconocidos de la realidad antes inexplorados. Sin el error, no es posible ver
el otro lado de la distinción de lo que se denomina “realidad”, pues todo aquello
que funciona como se espera y se ajusta a la experiencia previa, no tiene
oportunidad de revisión hasta algo no opere de la forma prevista.
Anticipar el error, motivar la falla y el comportamiento
inesperado en los estándares de seguridad y control, es una práctica que supone
poner a prueba la “realidad” de los controles establecidos y llevar al límite
los supuestos sobre los cuales funcionan las cosas. En este escenario, el error
se convierte en una virtud que motiva una vista diferente que saca fuera de la
zona cómoda a la empresa y confirma la teoría de la inevitabilidad de la falla.
Una COSI que se funda en la pedagogía del error y no
en la pedagogía del éxito (cumplimiento de objetivos y resultados) (De la
Torre, 2004), está llamada a mantener un nivel de confrontación permanente de
la realidad en cada uno de sus integrantes y como una forma de aumentar el
nivel de sensibilidad de sus actuaciones, sabiendo que cada vez que se rompe un
supuesto de aseguramiento, existe una oportunidad para construir y repensar “el
uso adecuado de la información”.
En este entendido, la falla en un comportamiento, la
debilidad identificada en algún mecanismo técnico o la falta en un
procedimiento, se convierte en ocasión de aprendizaje, es decir, un quiebre que
suspende la realidad e interroga tanto a la persona como la organización para
revisar los fundamentos del modelo de protección. Lograr este nivel de conceptualización
del error, demanda una madurez en la COSI, una lectura de la información como
bien trascendente, donde las actuaciones individuales afectan no solo a la organización
sino a otros.
Así las cosas, la sabiduría del error se contrapone
con la lectura de aquellos que cumplen sin mediar palabra los procedimientos y
reglas impuestas. Mientras existen personas que actúan con arreglo a los
referentes normativos y mantienen el orden propio de la empresa, habrá otras
que con seguridad buscarán formas alternas de hacer las cosas “más rápido” y
menos complicadas. Esto es, estarán concentradas en el producto, generando la
menor incertidumbre y procurando que el usuario final sea más independiente.
Cuando la pedagogía del error, es el eje de
construcción de la COSI, entendemos siguiendo a De la Torre (2004), que “el error es un desajuste entre lo esperado y
lo obtenido. (…) una referencia a un criterio, norma o valor; pero no comporta
actitud sancionadora ni punitiva (…)”, lo que denota una lectura alterna
que procura un entendimiento diferente de lo que ha ocurrido, una posibilidad
de un conocimiento más profundo de la práctica de seguridad y no sólo una falla
del sistema de gestión que debe ser subsanada.
Conectando la COSI
con el gobierno de la seguridad de la información
La evolución de las amenazas informáticas y los
novedosos vectores de ataque, terminan afectando las responsabilidades de los
cuadros directivos de las organizaciones. Mientras las inversiones en
tecnologías de seguridad informática de nueva generación son implementadas,
poca atención recibe la Cultura Organizacional de Seguridad de la Información,
dado que ésta se asume dada por cada una de las personas en las empresas y las
prácticas deberían ser parte natural de las actuaciones de cada uno de los
colaboradores.
Recientes investigaciones nos indican que al menos
existen cuatro imaginarios (Cano, 2015b) en las organizaciones que revelan la
postura de las personas frente al tratamiento de la información. Esta
construcción social establece un modelo de actuación latente y propio del
contexto de las empresas, que debe ser examinado para fundar las bases de un
gobierno de la seguridad de la información ajustado a la realidad de la
compañía y su escenario de negocio.
Dos de los imaginarios entienden que la
responsabilidad por la protección de la información es personal y dos que está
en manos de la empresa. Mientras los dos últimos, denominados “los
complacientes y los temerarios”, son la típica postura negativa y arrogante de
la práctica de seguridad de la información donde expresiones como “si usted
quiere que proteja esto, deme los mecanismos necesarios” o “aquí no ha pasado
nada en 20 años y ahora viene usted con prácticas de seguridad y control” son
parte de la vista confiada y delegada en un tercero que apuesta por una
seguridad en manos de otro, donde la participación de la persona es solamente
una casualidad.
Así como existen los “complacientes y temerarios”, se
encuentran los “bien intencionados y conscientes”, los cuales, al contrario de
los primeros, entienden que tienen una responsabilidad personal con la
protección de la información, aunque para los “bien intencionados” no se tenga
claridad sobre los impactos que se generan cuando no actúan de forma adecuada.
En este sentido, las brechas de seguridad de la información no solo consultan
las posibilidades técnicas de éxito, sino la fuente misma de la debilidad de la
cadena que es el ser humano.
Si lo anterior es correcto, los principios de gobierno
corporativo de las empresas deben indagar sobre la dinámica de las estructuras
organizacionales actuales (Wharton, 2015) e interpretar las prácticas sociales
vigentes alrededor de la protección de la información, que habilite una postura
de falla segura en los procesos de la empresa. Esto es, conectar la cultura
empresarial con los riesgos claves de los procesos y motivar una práctica de “pruebas
de mal uso” que aumente la capacidad organizacional para actuar frente a
situaciones inesperadas e inciertas.
El gobierno de la seguridad de la información por
tanto debe crear una vista enriquecida que promueva el diagnóstico, habilitando
la confianza para construir sobre aquello que no está bien, es decir comprender
la falla que se identifique como “un incidente esclarecedor del proceso” (De la
Torre, 2004). De esta forma, las posibles limitaciones de los procesos
empresariales se convierten, como lo aborda De la Torre (2004) en categorías de
información en un campo de significaciones compartidas que motivan posturas
creativas para repensar el proceso mismo.
Reflexiones finales
La cultura organizacional de seguridad de la
información, no puede seguir siendo el tema que todos los consultores,
practicantes de la seguridad, académicos y ejecutivos empresariales saben que
deben abordar, pero que no se toman el tiempo para establecer acciones concretas
que la impacten y motiven su madurez.
Mientras mayor sea la distancia entre lo que la
organización “hace y práctica” alrededor de la protección de la información y
lo que realmente ocurre a nivel del proceso y la dinámica del negocio mismo,
mayor será el espacio para que la inevitabilidad de la falla construya vectores
de inestabilidad y vulnerabilidades que se integren al imaginario social y
comprometan la práctica misma de la seguridad de la información de la empresa.
Si entendemos que toda acción humana está centrada en
una construcción cognitiva y social y que, com anota Luhmann (2006, p.77) “toda evaluación de riesgo es y se mantiene
como algo sujeto al contexto. No existe ni psicológicamente ni bajo las
condiciones sociales dominantes una preferencia positiva o negativa del riesgo
(…)”, se hace necesario establecer una vista extendida de lo que se
entiende por seguridad de la información y concentrarse en el asidero
fundamental de la protección de la información como lo es el ser humano y su
contexto.
En consecuencia, las preocupaciones actuales de las
empresas sobre los ataques exitosos que generan brechas de seguridad y afectan
su imagen corporativa, no solo debe estar asistida por inversiones claves en
tecnologías modernas de protección de corte proactivo, sino también de un
conocimiento detallado de la cultura organizacional de seguridad de la
información, donde se encuentra el tejido social relevante de la protección de
la información, que debe ser cultivado y fortalecido desde los referentes de
responsabilidad personal y construidos sobre la pedagogía del error, es decir,
aquella que orienta y guía los aprendizajes.
Referencias
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clave en una sociedad de la información y el conocimiento. Memorias Congreso Internacional de Educación, Tecnología y Ciencia,
CIETyC 2015. Universidad de la Guajira, Colombia – Universidad Nacional de
San Juan, Argentina. Riohacha, Colombia. Junio 2 al 5
Cano, J. (2015b) Imaginarios sociales. Una herramienta sistémico-social
para transformar una cultura organizacional de seguridad de la información. Memorias III Congreso Internacional en temas
y problemas de investigación en Educación, Sociedad, Ciencia y Tecnología.
Universidad Santo Tomás. Bogotá, Colombia. Septiembre. ISSN No. 2346-2558
(Formato web). Recuperado de: http://bit.ly/1OjMBh6
De la Torre, S. (2004) Aprender de
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innovadoras. Buenos Aires, Argentina: Editorial Magisterio del Río de la
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Lozoya, E. (2012) ¿Cómo
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Recuperado de: http://artefact.mi2.hr/_a04/lang_en/theory_robertson_en.htm
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Handbook - Presenting to the board. Forrester Research. Recuperado de: https://www.veracode.com/sites/default/files/Resources/AnalystReports/forrester-ciso-handbook-presenting-to-the-board-compliments-of-veracode-analyst-report.pdf
Schein, E. (2004). Organizational culture and leadership. Third Edition. San Francisco, CA: Jossey-Bass.
Wharton (2015) Corporate governance in the age
of cyber risk. Recuperado
de: http://knowledge.wharton.upenn.edu/article/corporate-governance-in-the-age-of-cyber-risks/
Muy interesante y digno de reflexión detallada. Opino que la COSI se suele articular en exceso sobre la confianza y la seguridad, cuando éstas sólo se pueden poner en valor desde la desconfianza, la inseguridad, la duda y la falsabilidad; la cultura del error.
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