Introducción
En un contexto de
inestabilidad e incertidumbre permanente, las organizaciones tratan de
establecer patrones acción que les permitan encontrar nuevas oportunidades para
posicionarse y tomar un lugar privilegiado en su segmento de negocio. Para hacerlo,
deben estar atentas a los cambios y tratar de “establecer relaciones en un
contexto caótico” (Calvo, 2017). Por tanto, reconocer las amenazas emergentes y
posibles eventos inciertos, es un reto constante de las empresas que aspiran
generar nuevas experiencias y ventajas competitivas basadas en su apetito de
riesgo.
El incremento de la
densidad digital revela y define los nuevos patrones de acción de las
corporaciones modernas (Sieber & Zamora, 2018). Esto es, configura una
serie de condiciones de arquitectura tecnológica que habilitan posibilidades
digitales, para luego hacer distinciones novedosas desde las expectativas de
los clientes, como un experimento permanente, donde este hace parte de la
construcción de aquello que espera tener y utilizar. No es una apuesta segura
de condiciones estables, sino una propuesta que explora aspectos antes
ignorados por la realidad, donde es claro que no siempre se tendrán los
resultados esperados.
Con esta lectura de
la realidad, tanto las corporaciones y sus promesas de valor, como los
adversarios, plantean los nuevos escenarios que buscan sorprender a sus
contrapartes, con el fin de configurar un imaginario que desestabilice su
ecuación de riesgos, y de esta forma ganar terreno frente a las expectativas
inicialmente planteadas para invertir la carga de prueba hacia el receptor y no
en el iniciador (Saydjari, 2018).
Así las cosas, los
encargados de la seguridad de la información y sus ejecutivos deberán
desarrollar la visión de un líder vigilante (Day & Schoemaker, 2019), que
le permita no sólo poder identificar amenazas y riesgos emergentes, sino
anticipar los movimientos de sus adversarios, comoquiera que es desde la
inestabilidad y las señales débiles del entorno, es desde donde se construyen
las tendencias y se identifican las incertidumbres propias de las prácticas de
seguridad y control.
En este contexto,
los ejecutivos de seguridad y/o ciberseguridad deben desarrollar
características claves, que les permitan posicionarse como asesores
estratégicos de los presidentes de las empresas (CEO – Chief Executive
Officer) (Cano, 2011), de tal forma que las capacidades de defensa y
anticipación, se conviertan en los referentes naturales de la estrategia
corporativa, que traducida en el lenguaje de los negocios, se presente bajo la
distinción de confianza digital.
Retos de los CEO
Modernos
La confianza digital
como distinción emergente en las relaciones de negocios ahora en ecosistemas
tecnológicos, requiere comprender tanto la dinámica de los participantes en las
plataformas tecnológicas disponibles, así como las necesidades de los
consumidores respecto del uso y tratamiento de sus datos. De esta manera,
articular las nuevas experiencias de los clientes, resulta en una apuesta de
riesgos compartidos, donde la empresa sabe cómo puede ser afectado sus grupos
de interés y cómo la organización debe responder ante posibles eventos que surjan
de relaciones emergentes o inciertas que se pueden presentar.
Frente a este nuevo
ambiente de cambios acelerados, los CEO enfrentan el desarrollo de un gobierno
y gestión corporativo más complejo, donde en la práctica, no es claro como
navegar en este mar de inciertos para lograr capitalizar ventajas competitivas y
posicionarse en un lugar estratégico, desde donde poder advertir las nuevas
disrupciones en los negocios. Por tanto, se hace necesario alejarse de la
orilla de las estrategias conocidas, para romper con las certezas y habilitar
la organización para aprender ágilmente.
En este sentido, los
CEO modernos enfrentan cuatro (4) retos fundamentales, los cuales ponen a
prueba las habilidades y capacidades de los ejecutivos para estimular el
debate, descubrir señales débiles en el entorno y pensar de manera abierta e
inclusiva. Los retos son: (De Yonge, 2019; Bryant, 2019)
- Transformación digital: crear y anticipar nuevas experiencias en los clientes.
- Plataformas digitales
- Ecosistemas digitales
- Confianza digital: construir una relación basada en sinceridad, simetría y reciprocidad.
- Ciberseguridad
- Privacidad
- Aprendizaje ágil: Habilitar cualidades y atributos en las personas para ganara flexibilidad, crecer a partir de los errores y así enfrentar una amplia gama de desafíos (Flaum & Winkler, 2015).
- Quebrar silos
- Experimentación
- Apetito al riesgo: Comprender que riesgos está dispuesto a tomar y cuáles no.
- Cumplimiento
- Resiliencia
Estos cuatro retos
revelan una necesidad de contar con una visión clara y pensamiento flexible
para no apegarse a lo que funciona, ni desechar aquello que ha resultado
valioso para la organización. Encontrar este punto medio, con un blanco en
movimiento, implica danzar con la inestabilidad y sentirse cómodo con los
inciertos, para descubrir caminos inéditos que configuren las experiencias
novedosas para sus clientes.
El CISO Vigilante
Si a lo anterior, le
sumamos que los adversarios digitales reconocen el mismo escenario, con retos
semejantes para concretar sus acciones para retar (o desacreditar) el
ordenamiento legal vigente, estamos en una dimensión de conocimiento y reto
complementaria que las organizaciones por lo general tratarán de atender,
siguiendo las recetas conocidas y proporcionadas por los estándares y buenas
prácticas.
Mientras las empresas
están escolarizadas, esto es, parafraseando al profesor Calvo (2017), se mueven
en el ámbito del deber ser; los atacantes, más abiertos a los inciertos,
navegan en el escenario del poder ser. “El deber ser impera obligando a
hacer lo que dice la norma”, en cambio en el “poder ser, todo el proceso queda
abierto a lo emergente, a lo que podría ocurrir si pasara tal o cual situación
o tal vez no ocurre de ningún modo o de uno inesperado” (Calvo, 2017, p.51).
Lo anterior, conlleva
la reflexión que moviliza tanto a las empresas como a los adversarios: el
riesgo. Mientras más certezas, aparentemente menos riesgos, y a mayor
incertidumbre necesariamente más riesgo. Establecer el lado de la distinción
que se quiere llevar, funda la postura que se requiere para dar cuenta de la
situación a la que se enfrenta y las implicaciones a futuro de las decisiones
que se tomen al respecto.
Si bien no existen
fórmulas establecidas para saber qué tanto arriesgar y cuanta prudencia se debe
tener, si se disponen de estrategias que permiten abordar la realidad para
aprender y desaprender, no con la velocidad que se quisiera, pero si con el
espacio requerido para concretarlo. Dos conceptos pueden ser de utilidad en
este sentido: los errores deliberados (Schoemaker, 2011) y el análisis de
escenarios (Chermack, 2011), técnicas claves que habilitan para fallar
anticipadamente y por ende, aprender y tratar de sorprenderse antes que las
cosas ocurran.
Llegados a este punto,
la pregunta es ¿qué tipo de CISO (Chief Information Security Officer) requieren
los CEO modernos para navegar y sobrevivir en un contexto digital donde la
única constante es la inevitabilidad de la falla?
Para tratar de dar
respuesta a este interrogante, es importante comprender que no es lo mismo
digitalización, que ser digital. Mientras la digitalización habla de las
herramientas tecnológicas utilizadas para mejorar la eficiencia de la operación
y habilitar la flexibilidad para responder a los retos e inestabilidades; “ser
digital” es habilitar un diseño holístico de personas, procesos y
tecnología para definir una propuesta de valor posibilitada por las capacidades
de las tecnologías digitales disponibles (Ross, Beath, & Mocker, 2019).
Si lo anterior es correcto,
el CISO debe mantener una postura vigilante y de anticipación, que recomiende y
asesore la estrategia corporativa desde la custodia de la promesa de valor, dado
que la organización hará apuestas de productos y servicios novedosos, donde su
apetito al riesgo será probado, y las implicaciones de sus resultados (positivos
o negativos) debe atender, de cara a la confianza digital que demandan sus
diferentes grupos de interés.
En este sentido, el
ejecutivo de seguridad/ciberseguridad tendrá que hacerse preguntas estratégicas
en dos sentidos: de afuera hacia dentro de la organización, así como de dentro
hacia fuera de la empresa, para mantener una vista, que no solamente advierta algunas
señales débiles del entorno, sino una comprensión de qué significan (lo que
demanda conectar los puntos identificados) y cómo actuar de manera prudente en
un contexto amplio y concreto para la organización (Day & Schoemaker, 2019).
Las reflexiones
desde el exterior al interior son:
- ¿Cómo han venido evolucionando las técnicas y tácticas de los adversarios?
- ¿Qué adversarios están anticipando y usando estás nuevas técnicas y tácticas?
- ¿Qué nuevos ataques pueden afectar a la organización?
Las reflexiones desde
el interior hacia el exterior son:
- ¿Cómo podemos mejorar y aumentar la identificación de nuevos patrones de amenazas?
- ¿Qué más podemos hacer con nuestras capacidades actuales?
- ¿En qué somos buenos actualmente?
Las respuestas a las
primeras tres preguntas, establecen las nuevas capacidades requeridas para dar
cuenta con los riesgos que la organización debe tomar para hacer realidad su
estrategia digital y crear los escenarios necesarios para movilizar nuevas apuestas
de valor en un escenario digitalmente modificado.
Las respuestas a los
siguientes tres interrogantes, definen el nivel de madurez de la organización para
enfrentar los inciertos de la inseguridad de la información, y cómo las
tecnologías emergentes pueden potenciar aquellas capacidades existentes para
defender y anticipar los movimientos de los posibles adversarios.
Reflexiones
finales
Los temores
naturales para darle vida a una estrategia digital, las nuevas apuestas
disruptivas que puedan generarse en su sector de negocio y las amenazas emergentes
que pueden surgir de un mayor acoplamiento de las plataformas digitales y las
necesidades de los clientes, deben ser los insumos básicos del ejecutivo de
seguridad/ciberseguridad para tomar riesgos inteligentes con su CEO. Esto es,
definir un umbral reforzado de tolerancia a la falla, que visto desde los
impactos estratégicos, las afectaciones tácticas, las lecciones aprendidas y
los grupos de interés que se pueden ver afectados, refine el camino incierto
que la organización ha decidido tomar.
La incertidumbre no
es un juego de azar que aparece y desaparece sin razón aparente, es una
tendencia propia del entorno que se manifiesta, en palabras de Charan (2015),
como rarezas, inconsistencias y contradicciones, las cuales deben ser
identificadas y leídas, como insumo para avanzar y proponer alternativas que
hagan del “incierto”, una oportunidad para crear incentivos y motivaciones, que
quiebren el status quo y revelen aquello que no era posible ver previamente.
Así las cosas, el
CISO que requieren los CEO modernos necesita entender la turbulencia digital y
cómo se movilizan los adversarios allí, para anticipar y defender la
organización. Por lo tanto, deberán aprender del pasado, interrogar el presente
y anticipar futuro como las premisas bases de sus aportes y recomendaciones para
explorar y conocer mejor las prácticas y normas de los adversarios, cambiando su
ecuación de riesgos, es decir, “vulnerar la distancia que exista entre el
funcionamiento del sistema y sus usos no intencionados” (Snowden, 2019, p.79)
para aprovechar sus posibles errores, y así crear consecuencias inesperadas
para ellos.
Referencias
Bryant, A. (2019). How to
think like a CEO. Strategy+Business. Recuperado de: https://www.strategy-business.com/blog/How-to-think-like-a-CEO
Calvo, C. (2017). ingenuos,
ignorantes, inocentes. De la educación informal a la escuela autoorganizada.
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Cano, J. (2011). La Gerencia
de la Seguridad de la Información: Evolución y Retos Emergentes. ISACA Journal.
5. Recuperado de: https://www.isaca.org/Journal/archives/2011/Volume-5/Pages/JOnline-La-Gerencia-de-la-Seguridad-de-la-Informacion-Evolucion-y-Retos-Emergentes.aspx
Charan, R. (2015). The
attacker’s advantage. Turning uncertainty into breakthrough opportunities.
New York, USA: Perseus Books Groups.
Chermack, T. (2011). Scenario
planning in organizations. San Francisco, USA: Berrett Koehler.
Day, G. & Schoemaker, P.
(2019). See sooner act faster. How vigilant leaders thrive in an era of
digital turbulence. Cambridge, MA. USA: MIT Press.
De Yonge, J. (2019) Has your
C-suite changed to reflect the changing times? EYQ. Recuperado de: https://www.ey.com/en_gl/growth/has-your-c-suite-changed-to-reflect-the-changing-times
Flaum, J. P. & Winkler,
B. (2015). Improve Your Ability to Learn. Harvard Business Review.
Recuperado de: https://hbr.org/2015/06/improve-your-ability-to-learn
Ross, J., Beath, C. &
Mocker, M. (2019). Designed for digital. How to architect your business for
sustained success. Cambridge, MA. USA: MIT Press.
Saydjari, O. (2018). Engineering
trustworthy systems: get cybersecurity design right the first time. New
York, USA.: McGraw Hill
Schoemaker, P. (2011). Brilliant
mistakes. Philadelphia, USA: Whartonn Digital Press.
Sieber, S. & Zamora, J.
(2018). The Cybersecurity Challenge in a High Digital Density World. European
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Snowden, E. (2019). Vigilancia permanente.
Bogotá, Colombia: Editorial Planeta.
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